Por: Ernestina Herrera (*)
Por supuesto que la pandemia no solo produjo un estado de conmoción global, sino que cambio a personas y ciudades. Me había preparado para ver una Montpellier en confinamiento, y así fue, los mágicos cafés están cerrados y la gente camina rápidamente a efectuar sus compras antes de la hora de toque de queda a las 6 de la tarde, no obstante, esta ciudad ubicada a tan sólo 11 km del Mediterráneo, es mágica y tiene un encanto especial porque es una ciudad de jóvenes y es vibrante como solo una poblacion universitaria puede darle.
Por primera vez me aventuro a describirla como periodista siempre había venido en calidad de visitante y con una carga emocional muy fuerte, aquí vive mi hija y tengo un nieto nativo de este lugar. Hoy quiero presentarle a ustedes mi observación reporteril sobre la ciudad.
Arquitectónicamente organizada
Montpellier alberga a lugares prestigiosos del patrimonio mundial es ejemplo único en Europa de urbanismo controlado con los barrios Antigone, Port Marianne y Odysseum (la zona lúdico- comercial), estos proyectos han sido ejecutados por los mayores arquitectos internacionales contemporáneos
La ciudad del sur de Francia tiene una historia de 1.000 años de antigüedad: más de 70 palacetes del siglo XVII al XIX, la más antigua universidad de medicina del mundo occidental todavía en actividad, callejuelas medievales bordeadas de tiendas donde las grandes marcas internacionales comparten espacio con las pequeñas tiendas con un encanto pretérito
En las calles y plazas se observan artistas solitarios, músicos, cuidadores de perros, pues el Estado les paga a las personas en situación de pobreza esos cuidos, convirtiendo a esos animales en dignos de exhibición, hay mercados, siendo los más pintorescos los árabes con puestos llenos de colorido con muestras de frutas y verduras, bajo las arcadas de Les Arceaux o en la Esplanada
Barrios que nacen de la nada
En los últimos años, Montpellier ha conocido un fuerte desarrollo. Barrios enteros, desplazando de facto el centro de la ciudad hacia el sureste, en dirección al mar. Antigone de Ricardo Bofill, las orillas del río Lez, Port Marianne y el proyecto más emblemático: el nuevo ayuntamiento de Jean Nouvel y François Fontès, una inmensa pieza urbana formada por un edificio monumental.
Los barrios a descubrir pueden ser conocidos durante un viaje en tranvía, en especial la línea 3 diseñada por Christian Lacroix, o a pie, por los amplios espacios para el paseo de los alrededores. Junto a estas grandes firmas y a los ambiciosos proyectos de desarrollo sostenible, Montpellier cultiva un gusto por la sencillez y reivindica sus ganas de hacer redescubrir lo más sencillo. Las bicicletas forman parte de escenario agradable, así como y parloteo de jóvenes a las salidas de los liceos
Un paseo en bicicleta hasta el mar muy cercano, frente al viento, entre viñas y lagunas es extraordinario y en la época de verano, que lamentablemente no es la que me tiene aquí en estos momentos. es único un recorrido refrescante en canoa en el Lez, pulmón verde en el corazón de la ciudad, para descubrir la fauna y la flora del río de Montpellier; unas excursiones a lo largo de la red verde y sus espacios protegidos, para observar esta arquitectura única (recordemos que Christian de Portzamparc, Jean Nouvel, Zaha Hadid, Richard Meier, todos ellos galardonados con el premio Pritzker, firmaron el urbanismo de la ciudad. Citada en 2012 por el New York Times como una de las 45 ciudades del mundo imprescindibles, Montpellier es más que nunca un gran destino. Patrimonio arquitectónico, capital del diseño y una naturaleza en el centro de la ciudad: una sabia mezcla de ecoturismo urbano que hay que descubrir
Es imprescindible visitar la plaza de la Comédie donde se encuentra la ópera del siglo XVIII y muchas terrazas que ahora están cerradas por la pandemia, la Catedral Saint Pierre y la Torre de los Pinos, la facultad de medicina, su museo de anatomía y el jardín botánico
Es importante que sepan que hay palacetes de los siglos XVII, XVIII y XIX. El Museo Fabre Montpellier Aglomeración, considerado uno de los más bellos museos de Bellas Artes de Europa, es un monumento excepcional que combina arquitectura antigua y moderna. Toda la ciudad es, además, una unión de muchas razas, la ciudad da cabida a gente de todas partes, acostumbrada al turismo pues ubicada en la Costa Azul de Francia recibe a europeos de todas partes en verano, eso hace que su gente sea abierta y espontanea.
Ernestina Herrera (*) Periodista venezolana, directora de «El Periódico de Monagas», de Maturín.