En el corazón palpitante del Parque Nacional Waraira Repano, un santuario natural que abraza a Caracas con su imponente verdor, se esconde un tesoro que trasciende lo meramente gastronómico: la Estancia Camino Real. Este establecimiento, ubicado estratégicamente en el sector Llano Grande, dentro de la enramada Doña Rosa, no es solo un restaurante; es un punto de encuentro entre la rica historia de Venezuela y una propuesta culinaria que celebra la autenticidad y la pasión. Su emplazamiento a lo largo del ancestral Camino de los Españoles confiere a cada visita una dimensión adicional, transportando a los comensales a una época donde estas sendas eran vitales arterias de conexión.

Para comprender la esencia de la Estancia Camino Real, es fundamental adentrarse en la historia del Camino de los Españoles. Esta ruta, que serpentea por las entrañas del Waraira Repano, no es un sendero cualquiera. Data de la época colonial, siendo la principal vía que conectaba la joven ciudad de Santiago de León de Caracas con su puerto en La Guaira. Por sus empedrados transitaron conquistadores, comerciantes, esclavos y viajeros, forjando la identidad de una nación. Cada paso por este camino es un eco del pasado, un recordatorio de los desafíos y triunfos que moldearon el país. La Estancia Camino Real se asienta precisamente en este trayecto histórico, honrando su legado y ofreciendo un respiro moderno en un paraje de profunda significación.
Richard Oliveros: el sueño forjado en la montaña
La historia de la Estancia Camino Real es, en esencia, la materialización de un sueño personal y la visión de Richard Oliveros. Comerciante de oficio, pero chef por vocación y pasión, Oliveros encontró en este rincón del Waraira Repano el lienzo perfecto para pintar su obra gastronómica. Su conexión con el lugar es tan profunda como sus raíces familiares.
«Conocí el Camino de los Españoles por mi primo Eddie Meriño. Recuerdo claramente el sabor del cochino frito que preparaban con limón francés. Era algo que nunca había probado», rememora Oliveros. Aquel cerdo tenía un sabor muy particular: los animales eran alimentados con los vegetales que ellos mismos sembraban, y los frutos más frescos, que no se destinaban a la venta, se reservaban para su nutrición. Ese cuidado en la alimentación se traducía en una carne distinta, sabrosa, con un sabor auténtico y natural.
Fue en 2018 cuando Oliveros tuvo la oportunidad de arrendar la propiedad. La pandemia, lejos de ser un obstáculo, se convirtió en un catalizador; fue durante ese período que logró adquirirla, consolidando su visión. Inicialmente, el espacio fue concebido para eventos privados, un laboratorio de ideas y sabores. Sin embargo, la creciente demanda y el deseo de compartir su propuesta con un público más amplio lo llevaron a abrir oficialmente sus puertas como restaurante en enero de 2023. «La intención es mostrar la belleza de nuestros espacios y dar a conocer nuestra propuesta gastronómica», afirma, subrayando su compromiso con la excelencia y la hospitalidad.
El nombre mismo del restaurante encierra un significado especial y un homenaje. «Camino Real porque también llaman así a los Caminos de los Españoles, y Estancia por una gran amiga que me regaló el Instituto Culinario de Caracas, excelente y crítica cocinera», explica Oliveros, revelando la fusión de historia, amistad y aprendizaje que define su proyecto.
Una propuesta culinaria que cautiva los sentidos
Hoy, la Estancia Camino Real se consolida como un verdadero epicentro de sabor y tradición. Su propuesta gastronómica rinde homenaje a la diversidad culinaria venezolana, incorporando además un toque de innovación que sorprende y conquista. En su menú destacan clásicos como hamburguesas gourmet, cachapas doradas, parrillas con el auténtico sello criollo y el tradicional picadillo llanero, una sopa típica de los llanos que evoca identidad y arraigo.
Pero la experiencia no se limita a lo que aparece en la carta. La cocina de la Estancia también se adapta y crea, ofreciendo platos internacionales con el sello único de la casa. Un ejemplo de ello es su exquisita punta trasera de cochino ahumada, preparada con ingredientes frescos y técnicas cuidadosas que elevan cada bocado. La calidad de los insumos y la dedicación en la preparación son pilares que aseguran una experiencia culinaria inolvidable.
El compromiso de Oliveros con la calidad se extiende a cada detalle de la experiencia. «Tratamos que cada detalle cuente. Desde la atención, comida, ambiente y música», enfatiza, creando una atmósfera donde la gastronomía se convierte en un arte multisensorial. Este enfoque holístico ha posicionado a la Estancia como un destino imperdible para quienes buscan escapar del bullicio urbano y sumergirse en un oasis de tranquilidad y buen gusto.
Más allá de las delicias culinarias, los visitantes de la Estancia Camino Real son privilegiados con vistas panorámicas que roban el aliento. Desde sus espacios al aire libre, se despliega ante los ojos el vasto y vibrante valle de Caracas, contrastando con la majestuosidad del Waraira Repano. El aire fresco de la montaña y la exuberante vegetación circundante crean un ambiente de serenidad y relajación, ideal para desconectar y disfrutar de una comida en plena armonía con la naturaleza. Es un lugar donde cada bocado se acompaña de un paisaje que nutre el alma.
Un viaje al corazón de la montaña
Situada estratégicamente en el sector Llano Grande, enramada Doña Rosa, la Estancia Camino Real es accesible tanto en vehículo particular como en jeep desde Puerta Caracas, en La Pastora. El trayecto hacia el restaurante es, en sí mismo, parte de la experiencia, ofreciendo una oportunidad única para conectar con la historia y la inigualable belleza natural de la región, preparando los sentidos para la aventura que aguarda en la cima.
Para más información, reservas o para explorar su propuesta culinaria, los interesados pueden comunicarse a través de los números 0414-2482182 / 0414-2703620 o mediante mensaje directo en su cuenta de Instagram: @estancia_camino_real.
Nota de prensa