Visitar Mucubají, la laguna más grande del parque nacional Sierra Nevada, en el estado Mérida, permite contemplar uno de los más espectaculares paisajes andinos.
“Es como estar en otro mundo, es un lugar lleno de paz, de tranquilidad. Provoca quedarse aquí todo el día”. Janeth Reyes, por fin, la conoció.
“Cada vez que vengo, con mi familia, a Mérida recorremos desde la ciudad hasta el pico El Águila, pero nunca habíamos hecho una parada en este lugar tan bello y tan mágico”, relata la viajera. Es que el estuario andino debe ser una parada obligada para los amantes de la naturaleza que pasean por la carretera trasandina. La laguna de Mucubají está enclavada en medio del paisaje paramero, con sus montañas, su neblina , sus pinos y sus frailejones. Desde la entrada se divisa toda su extensión: 26,46 hectáreas, destacando el azul intenso de sus aguas.
A medida que el vehículo baja los 300 metros, aproximadamente, que le distancian de la entrada, se va descubriendo ante los ojos de los visitantes un sitio pleno de sosiego, con un halo de misterio. Las prohibiciones se anuncian en tablas de maderas. Nada de música, ni ruidos molestos, ni consumo de bebidas alcohólicas. Tampoco se puede nadar. Es necesario para el disfrute pleno del lugar. El encanto crece a medida que se avanza hacia su orilla. También aumenta el frío, y contemplarla desde el muelle y sus alrededores es una experiencia inolvidable. El tiempo pareciera detenerse. Siempre hay visitantes. Es, junto con pico El Águila, el lugar preferido por los temporadistas en la región, según reportes de la Corporación Merideña de Turismo (Cormertur). “Es un lugar único, aunque el paisaje, con la laguna, los pinos en la montaña y la bajísima temperatura, lo trasladan a uno, mentalmente, a Canadá”, confiesa la viajera Perla Vásquez. A unos 100 metros, aproximadamente, del muelle, se encuentra el centro de visitantes, donde hay un cafetín con venta de comidas y bebidas típicas, artesanía y baños. Allí se ubica la oficina de Inparques. Un área está señalada para la pesca. Allí se pueden atrapar truchas entre marzo y septiembre, según se informa desde la Cormertur.
Pasear a caballo se convierte en otra de las atracciones para el disfrute de la familia, sobre todo de niños. También se pueden hacer excursiones entre las imponentes montañas, pero sólo por los caminos señalizados y con permiso de los guardaparques, como lo señala una cartelera informativa.
Se puede llegar hasta las cascadas, ascendiendo 2,5 kilómetros; y hasta el pico Mucuñuque, la cumbre más alta de la sierra de Santo Domingo, a 4.672 metros sobre el nivel del mar, recorriendo 6,7 kilómetros. La laguna Negra, a 3,4 kilómetros, a pie, a caballo o a lomo de mula; la laguna de los patos, subiendo un sendero empinado de 2,4 kilómetros, desde la laguna Negra; y la laguna Victoria, por un camino en descenso de 4,5 kilómetros, a pie, a caballo o a lomo de mula, son otras opciones para los más aventureros. Llevar impermeable, abrigo y calzado apropiado, así como refrigerio y contar con buenas condiciones físicas y un guardaparques como guía son las principales recomendaciones de Inparques. “¡Dios, de lo que nos estábamos perdiendo!”, exclamó la viajera Janeth Reyes.